El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3:8
¿Qué se necesita para ser el cristiano desinteresado y amoroso que deseamos ser?
¿Que se necesita para movernos más allá de nuestras actividades carnales egoístas e insignificantes a obras de servicio amoroso a Dios y a otros?
Primero, se necesita una firme mirada a tu identidad en Cristo. No puedes amar como Jesús amó hasta que aceptes la realidad de que debido a que estás en Cristo, Su divina naturaleza está unida con tu espíritu.
Segundo, debes comenzar a crucificar diariamente la vieja carne acostumbrada al pecado y caminar de acuerdo a quién eres: un hijo de Dios cuyo espíritu está lleno del Espíritu de Dios.
El hecho de que el Espíritu Santo vive en nosotros y de que podemos vivir de acuerdo a Su guía es maravilloso, pero es un concepto elusivo para muchos. El problema no es nuevo. Nicodemo era un hombre culto, pero no podía comprender la vida en el Espíritu. Así que Jesús le dijo: “el viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8) Tratar de reducir la vida del Espíritu a una fórmula es como tratar de capturar el viento.
Alguien que reflexionaba con respecto a los misterios de caminar en el Espíritu dijo: “creo que necesitamos retirar los remos y subir las velas” Eso me gusta. Cuando caminamos en el Espíritu, dejamos de luchar.
Ya no somos impulsados, somos llevados “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios” (Romanos 8:14)
Cuando llegamos al final de nuestros recursos, descubrimos los Suyos.
Por Neil Anderson