Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Como Jesús perdonó a otros (incluyendo nosotros) debemos extender el perdón a aquellos que nos han ofendido.
Jesús tuvo un corazón perdonador hasta el final, aún después de que había experimentado una vida del peor trato humano.
Él bajó a un mundo que había creado, pero ese mundo lo rechazó.
Los ojos de sus habitantes estaban cegados por el pecado y no podían ver ninguna belleza en Jesús. Casi inmediatamente después de su humilde nacimiento en el establo, el Rey Herodes buscó matarlo (Mateo 2:13, 16-18), los líderes judíos en varias ocasiones disputaron las enseñanzas de Cristo y buscaron oportunidades para agarrarlo y matarlo.
La Cruz fue sólo la culminación de una vida de persecución en contra de Jesús. La muerte de Jesús por crucifixión fue una de las más humillantes y dolorosas formas de ejecución que el mundo jamás ha conocido.
Desde la perspectiva humana, hubiéramos esperado que Él rogara a Dios Padre por misericordia o que se hubiera enojado con Dios o lo hubiera acusado por permitir que fuera crucificado.
Si hubiéramos escrito la escena original de la crucifixión de Jesús, probablemente hubiéramos escrito que gritara amenazas a Sus asesinos. Pero nuestro Salvador no hizo nada de eso. En lugar de ello, pidió a Su Padre perdón para Sus enemigos.
El Señor Jesús oró por la necesidad más importante que Sus verdugos podían tener. Ellos nunca habrían tenido la posibilidad de entrar en la presencia de un Dios Santo si sus pecados no fueran perdonados.
Cristo estaba preocupado de que Sus oponentes, que ignorantemente lo estaban poniendo en la muerte, tuvieran la oportunidad de ser perdonados en lugar de que soportaran la venganza de Dios.
Tal actitud de amor y misericordia debería ser también nuestra.
Nosotros a diferencia de Jesús, somos pecadores que necesitamos perdón constante. Por lo tanto cuando somos ofendidos, nuestra principal preocupación debería ser que Dios perdone al que ha pecado en contra nuestra.
Un modelo excelente de esta actitud fue Esteban quien oró mientras estaba siendo apedreado hasta la muerte “Señor no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60)
Él siguió el ejemplo de Cristo de amor y perdón y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
Por John MacArthur