Santiago 4:13-17
Ahora escuchen esto, ustedes que dicen:
«Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero».
¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana!
¿Qué es su vida?
Ustedes son como la niebla que aparece por un momento y luego se desvanece.
Más bien, debieran decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
¿Alguna vez se ha sentido ignorado?
Todos anhelamos amor, aceptación y atención, pero tal vez una persona importante en su vida ha mostrado poco interés en usted o en lo que tiene que decir.
Hay, sin embargo, algo peor que ignorar a otros: ignorar a Dios.
Pero todos lo hemos hecho.
Una manera de ignorarlo es desobedeciendo sus enseñanzas, o quizás dejándolo de seguir.
Y a menos que busquemos pasar tiempo con nuestro Padre, ya sea en su Palabra, en oración o en adoración, lo estamos descuidando de nuevo.
Las consecuencias son dolorosas.
Por un lado, la indiferencia entristece a Dios porque es nuestro Padre celestial, el cual desea tener cerca a cada uno de sus hijos.
También nos perdemos lo mejor para nuestra vida.
Ignorar nuestra conexión con el Señor y elegir no permanecer en Él, significaría perder su plan y el fruto del Espíritu.
Como resultado, no cumplimos con el propósito para el cual nos creó: glorificarlo.
Recuerde que, al final, tendremos que rendir cuentas por nuestras acciones.
Y usted, ¿cómo ha elegido vivir?
¿Presta atención a lo que Dios dice, o vive de acuerdo con sus propias normas?
Sus decisiones conscientes afectan su caminar con Cristo.
Si sintoniza su espíritu para escuchar y disciplinarse para obedecer, usted disfrutará de una maravillosa intimidad con el Señor.