Mateo 6:25

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Preocuparse por el futuro es pecar en contra de Dios.

Alguien dijo una vez: “no puedes cambiar el pasado, pero puedes arruinar un presente perfecto y bueno al preocuparte por el futuro”

La preocupación arruina el presente, pero más importante para el creyente es reconocer que la preocupación es un pecado.

Veamos por qué.

La preocupación significa que estás atacando a Dios.

Quizá alguien diga: “la preocupación es un pequeño pecado trivial”, pero eso no es verdad. Más importante de lo que te preocupas, es lo que le haces a Dios. Cuando tú te preocupas, realmente estás diciendo: “Dios no creo que pueda confiar en ti”, la preocupación asesta un golpe a la integridad de Dios y al amor por ti.

La preocupación significa que no crees en Las Escrituras.

Puedes decir “yo creo en la infalibilidad de la Escritura, creo en la inspiración plena verbal de cada palabra” y luego vivir tu vida preocupándote. Tú estás diciendo que crees en la Biblia pero luego te preocupas que Dios pueda cumplir lo que dice en ella. La preocupación significa que estás siendo dominado por las circunstancias.

Deja que las verdades de la Palabra de Dios, no tus circunstancias, controlen tus pensamientos. Al preocuparte haces a las circunstancias y los problemas de la vida un asunto más grande que tu salvación. Si crees que Dios puede salvarte del infierno eterno, también créele que te puede ayudar en este mundo como Él ha  prometido.

La preocupación significa que estás desconfiando de Dios.

Si te preocupas, no estás confiando en tu Padre Celestial. Y si no estás confiando en Él, quizá es porque no lo conoces lo suficiente.

Estudia la Palabra de Dios para descubrir quién realmente es Él y cómo  ha sido fiel al suplir las necesidades de Su pueblo en el pasado. Hacerlo te ayudará a darte confianza para el futuro. Permite que Su Palabra habite ricamente en ti para que no seas vulnerable a las tentaciones de Satanás a través de la preocupación.

Por John MacArthur