Esta pregunta está arraigada profundamente en las mentes de toda la humanidad.
La búsqueda de una respuesta comienza al nacer y continúa a través de la vida en la que se exploran las posibles respuestas.
La insuficiencia de cada respuesta genera dudas tan poderosas que gobiernan la vida de una persona.
Para calmar estas continuas dudas, la humanidad trata de mantener con todas sus fuerzas la respuesta que ha elegido, pero las dudas, aunque ocultas, permanecen.
Las consecuencias de la pandemia de Covid 19 han sacado a la luz esas dudas ocultas y han revelado la inestabilidad de una identidad terrenal que ha dejado a las personas en un mar de dudas que amenazan con abrumarlos.
Lamentablemente, esta no es solo la suerte de quienes no creen en Dios, sino también de quienes afirman caminar por fe en Jesucristo.
El que el cristiano busque en el mundo temporal una respuesta a la pregunta de “¿Quién soy?” es una necedad absoluta, porque la respuesta solo se encuentra en lo eterno.
Nosotros, junto con los cristianos de todo el mundo, celebramos la Pascua el pasado fin de semana.
La muerte, sepultura y resurrección de Cristo fue proclamada.
El sacrificio de Jesús es la raíz de nuestra fe y, como dice Pablo en:
1 Corintios 15: 3-4,
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
Quizás durante el fin de semana de Pascua imaginaste la escena en el Calvario, cuyos horrores se detallan gráficamente en muchas películas.
Al meditar en la crucifixión de Cristo, a menudo recuerdo el antiguo himno: “¿Estuviste allí cuando crucificaron a mi Señor?”
¿Puedes responder la pregunta: estabas allí? ¿Te ves parado en medio de la multitud?
¿Eres simplemente un observador del evento histórico que te trajo el regalo de la salvación?
O, por fe, eres un participante en el evento que cambió para siempre tu esencia espiritual.
El misterio de la salvación se revela en el hecho de que estuviste allí, y fue tu unión con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección lo que cambió tu identidad por toda la eternidad. (Romanos 6: 1-7)
Hoy sabes quién eres, un hijo del Rey, quien se goza sobre ti con alegría y
se regocijará sobre ti con cánticos. (Sofonías 3:17)
El eterno regalo de salvación de Cristo apareció en nuestro mundo, el cual está atrapado por el tiempo, para llevar el misterio de lo eterno a todos los que lo reciben por fe.
La respuesta a la pregunta “¿Quién soy yo?” se encuentra en el intercambio de nuestra esencia espiritual en el Calvario.
La naturaleza eterna de este intercambio es la base de una identidad segura y estable, totalmente independiente de las circunstancias u opiniones de la sociedad en la que vivimos o de la condición económica del mundo.
Alaba al Señor el día de hoy, inundado con la plenitud de la alegría revelada a tu alma por su Espíritu que mora en ti.
Dallas Bergen
Director de Crossnet Ministries