Efesios 4:1-6
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Una de las formas estrategias que el enemigo usa para evitar este amor y unidad y paz entre la iglesia y así dividir……es la ofensa
Todo el potencial que contiene una familia se pierde cuando no está funcionando como debiera, cuando hay pleitos y divisiones, cuando hay falta de perdón.
Como seres humanos, miembros de una humanidad caída, nuestros deseos y pasiones muchas veces impide que esto suceda.
Dios quiere que andemos en amor, pero nuestra carne no quiere andar en amor.
Nuestra carne no quiere perdonar, nuestra carne quiere guardar rencor y por consiguiente habrá falta de perdón.
El orgullo del hombre se interpone entre lo que Dios desea hacer en nuestra vida.
Por esta razón la familia de Dios tiene tantas divisiones.
Sin embargo, Él está haciendo todo para convencernos de permitirle sembrar su amor en nuestros corazones.
Muchas veces recibiremos ofensa de aquellos que están más cerca de nosotros, pero tenemos que aprender a andar en amor y permitir que Dios nos ayude a perdonar todas las ofensas.
Y este debe ser un amor sin condiciones, no debemos ni siquiera esperar a que la persona que nos ofendió venga a nosotros pidiendo perdón, es necesario que perdonemos aun antes de que esto suceda por el bien de nuestro futuro y nuestra comunión con Dios.
De esta forma estaremos protegiendo nuestro amor por medio del vínculo de la paz (Efesios 4:3)
Solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz……
Ahora, practicar el perdón y vestirse todos los días de amor (Colosenses 3:14)
Requiere que seamos personas que miremos hacia el futuro y no nos fijemos tanto en el presente y en las emociones y reacciones del momento
Hermanos, tenemos que tener una fe viva, una fe que tiene la certeza de que pronto estaremos con el Señor por toda la eternidad y gracias a esta fe, tendremos la actitud de no permitir que nada ni nadie entre en mi vida para destruir mi relación con Cristo y la obra que él está haciendo en y a través de mí.
Si uno no tiene esta esta esperanza, si está viviendo solamente por el momento, se arriesga a que su vida se desmorone ante sus mismos ojos.
Tenemos que vivir para la eternidad. Tenemos que poner nuestros ojos en Cristo, el autor y consumador de nuestra fe.